viernes, 21 de febrero de 2014

Divergente

Imagen de editorialmolino.com
Título: Divergente
Autor: Veronica Roth
Año de publicación: 2011
Editorial: Molino

Con la publicación en España del volumen final de otra de esas trilogías de narrativa juvenil enmarcadas en la ciencia ficción me he decidido por fin a hincarle el diente a Divergente, la primera entrega de una saga de gran éxito que tiene a la espera de estreno su adaptación cinematográfica, con la que se busca sin duda repetir el éxito de Los Juegos del Hambre. Sin embargo, el futuro que plantea Divergente es bastante distinto.

Beatrice Prior se ha criado en Abnegación, una de las cinco facciones en que se divide la sociedad de Chicago. No obstante, ella no se siente identificada con el altruismo que distingue a su facción de nacimiento, y se debate entre la idea de permanecer en la misma por lealtad a su familia o cambiar en la ceremonia en que podrá decidirse por otra facción: Verdad, conocidos por su sinceridad; Osadía, hogar de los valientes; Cordialidad, a la que pertenecen los pacíficos, y Erudición, en la que hallan su lugar los inteligentes. No obstante, cuando Beatrice toma el test de aptitud que la orientará para escoger la facción más apropiada para su personalidad, el resultado determina que es divergente, es decir: apropiada para amoldarse a más de una facción. Esta anomalía en el sistema, considerado muy peligrosa, se convierte en su secreto cuando Beatrice decide finalmente integrarse en Osadía y tomar el apodo de Tris.

Si otras novelas de esta temática (Los Juegos del Hambre, Delirium, Juntos) muestran sistemas corruptos desde su raíz, la idea que nos llega a transmitir Divergente (y puede que me equivoque, pues queda muy difuminada por los acontecimientos en el círculo interno de Tris) es más bien la de que nuestra protagonista vive en una sociedad con un sistema que sobre el papel quedaba muy bien pero que acabó corrompiéndose por culpa de las personas encargadas de llevar a cabo dicho sistema, algo que no se aleja demasiado a la mayor parte de corrientes políticas reales. No obstante, como menciono más arriba, no es que se ahonde demasiado en el aspecto más general de la sociedad en que se desarrolla la historia, pues gran parte de Divergente se centra en la iniciación de Tris en Osadía, en las cosas que descubre y, ante todo, en las numerosas y complejas relaciones que forja con compañeros, instructores, amigos y enemigos. Resulta especialmente interesante la nómina de enemigos con los que se hace, pues si bien hay figuras de autoridad que representan ese lado malvado del sistema (un poco a la manera del presidente Snow en Los Juegos del Hambre), también hay enemigos más palpables, más cercanos y no por ello menos peligrosos; entre ellos destaca Peter, el despiadado rival de Tris en la iniciación en Osadía.

Como protagonista, Tris ostenta el no poco interesante honor de ser una heroína que no necesita a una contrapartida masculina. Aunque hay elementos de romance (no sería una novela juvenil de ser de otra manera), la violencia implícita y explícita en muchos pasos de la iniciación dejan la historia de amor en un segundo plano durante gran parte de la novela. Otras relaciones tienen un peso basculante en la vida de Tris, que no se apoya demasiado en nadie, aunque el aspecto más interesante para mí es que su enemigo directo sea un chico sin escrúpulos algunos ante el hecho de que ella sea una chica: está dispuesto a machacarla, y su rivalidad resulta de lo más interesante a lo largo de la historia.

El desenlace de la primera entrega de la saga parece señalar con bastante certeza por dónde van los tiros para el siguiente libro, pero debo admitir que aunque Divergente no me ha apasionado como otras novelas de temática similar, sí que me tiene picada.

Puntuación: 7 

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